Después
de casi un par de días de acontecida la triste noticia, percibo que el hecho me
invade, siento ese vacío que se suele sentir en estos casos. El jueves 2 de
mayo Jeff Hanneman, uno de los guitarristas y miembro fundador de Slayer, murió de una insuficiencia
hepática en un hospital del sur de California. Si bien todos sabíamos que hacía
dos años que no tocaba debido a que luchaba por rehabilitarse de una fascitis necrotizante
que sufría en el brazo derecho, producto de la picadura de una araña en 2011,
este mortal desenlace resultó totalmente inesperado.
Pongo
en mi estéreo el disco “Show No Mercy” (1983) y las
palabras se desvanecen; esas bases, esos riffs, esos solos de guitarra
endemoniados descargados por Jeff Hanneman y Kerry King, esa banda de chicos
amantes de la NWOBHM que se devoraba el mundo, ubicándose a la vanguardia del
naciente thrash metal, llevando un paso más allá el sonido, volviendo más
extremo al heavy metal…
Pero no
voy a ponerme a tirar palabras elogiosas ni datos biográficos que la mayoría
conocen. No viene al caso. A partir de acá me pongo a escribir sin filtro,
porque siento que debo hacerlo de esta manera para que tenga algún sentido.
Es que
no solamente siento un dejo amargo de tristeza y esa extraña sensación de
vacío, similar a la que sentí hace muy poco con el deceso de Clive Burr. Siento
ira. ¿Contra quién? Contra muchos idiotas que uno, de rebote, termina leyendo
en alguna red social, esos que uno deja pasar la mayoría de las veces, pero ya es tiempo de levantar un poco la voz. Me refiero a bienpensantes que escriben barrabasadas como: “la muerte
de Hanneman es la consecuencia de beber cerveza como un desquiciado toda tu
vida, en algún momento tu hígado fallará”.
Primero:
¿por qué mencionar ese juicio arrogante en este momento? ¿A qué pensamiento responden esas
palabras? ¿Se sienten mejor consigo mismos sabiendo que toman solamente agua
mineral y, por lo tanto, son “mejores personas” que Jeff?
Segundo:
¿y qué si así hubiese sido? Acá no importa si escabiaba o no, acá el punto es
que falleció Jeff Hanneman!!!
Podría
seguir escribiendo varias líneas más con respecto a esa mala gente, mamertos
modernosos hechos y derechos que se la dan de superados y hacen bandera del “metal extremo”, sin siquiera comprender algo
del heavy metal (¿quieren extremar algo que no tienen?). Gente de cuarta,
mediocre y ruin, moralista en potencia. Gente que prefiero tenerla lejos, en lo
posible sin ningún tipo de contacto.
Hecha
la descarga los dejo con algo realmente noble que también circula en las redes
sociales; me refiero a las palabras publicadas en la cuenta de Facebook de la legendaria
banda Acid Reign, redactadas con muy
buena leche por su vocalista Howard “H” Smith:
“Acerca de qué cosa es el metal...
Es una forma extrema de música. No mucha gente la logra, pero los que lo hacen, realmente
la AMAN. Con frecuencia escuchás a la gente decir que ellos “aman” la
música; los fans del heavy metal
no sólo la aman, la
viven. Ellos viajan kilómetros
para ver bandas, cruzan océanos,
vuelan alrededor del mundo, es más que música,
es una hermandad. Los fans del metal pueden llegar a ser marginados y ridiculizados
por sus gustos, algo que sólo sirve para hacer que
la hermandad se afiance...
Entonces, en esta familia extendida, las bandas son los patriarcas, ellos son los únicos responsables de convocarnos a todos
y reunirnos. Vos crecés con
ellos, compartís con ellos tus
mejores momentos y su música te
ayuda a atravesar los peores momentos. Te reís, llorás, te
emborrachás, sacudís tu cabeza, seguís
con tu carrera y esperás envejecer junto a ellos.
Así que cuando un miembro de una banda muere, es como
perder a un miembro de esa gran familia,
como perder a una parte de tu infancia, ya que crecieron juntos y seguían siendo amigos. Se siente extraño el tener emociones tan fuertes y un sentimiento de
pérdida por alguien
a quién nunca conociste o te encontraste en persona, pero se siente de todos modos. Es potente,
te recuerda tu propia
mortalidad. Las cosas no se
sienten como que volverán a ser iguales.
Recordás los momentos
que compartieron, la última vez que los
viste y te encontrás con otros que sienten lo mismo.
Hoy la hermandad perdió
a un miembro de la familia. Uno de
los buenos muchachos. Jeff Hanneman. Le sobreviven su esposa Kathy, una
hermana, dos hermanos, y millones de nosotros en todo el mundo que nunca lo olvidaremos.”