miércoles, 23 de marzo de 2011

Primal Fear junto a Anvil en El Teatro de Flores: Metal sobre Metal


Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fecha del evento: viernes 25 de febrero de 2011. Una gran emoción fue lo primero que sentí cuando bajé del colectivo y comencé a caminar hacia El Teatro. Hace un par de años atrás no hubiese creído posible que Anvil tocara en la Argentina. Yo los conocía desde antes del exitoso documental que los puso nuevamente en los primeros planos del metal internacional: “Anvil, The Story of Anvil” (2009). Si bien Primal Fear oficiaba de banda principal y era la que captaba la mayor cantidad de público, mi presencia en la Capital Federal era justificada exclusivamente por la actuación de la leyenda del metal canadiense, pioneros del speed metal, que supieron atravesar sinsabores y desencantos varios, pero permanecieron siempre al pie del cañón, firmes confiando en su música más allá de tendencias y modas. A continuación, el relato de una noche metalera difícil de olvidar.



Ingresé al recinto cuando Corsario Negro estaba finalizando su set. Durante los minutos que pude ver en acción a esta agrupación cordobesa, noté que se trata de una aguerrida propuesta de hard rock y heavy metal tradicional, con actitud y presencia escénica.


Lamentablemente el sonido les jugaba en contra y no podían escucharse con nitidez ni los instrumentos ni la voz, un verdadero garrón para una banda del interior con varios años de trayectoria como Corsario Negro. De todas maneras, se ganaron el respeto del público desplegando un enérgico show, destacándose la garra del cantante Lucas Reyna y la onda que le metía el baterista Marcelo Ferz.

Corsario Negro en acción (foto: Cynthia Zelarayan para Latin Metal)

Ejecutaron temas propios como “En el juego” y “Soy de los tuyos”, en la vena de Mötley Crüe, Guns N’ Roses y W.A.S.P. (a quienes telonearon en 2005), por citar algunos referentes del grupo. Actualmente Corsario Negro se encuentra ultimando detalles para lanzar al mercado su nueva producción discográfica: “Banzai!”.



El segundo grupo soporte fue Hyedrah, agrupación heavy/power porteña de muy buen nivel, que sin embargo también sufrió las calamidades del sonido, algo irrisorio para este tipo de fechas.


Ejecutaron un puñado de temas propios, en los cuales demostraron sus puntos fuertes: no relegar la potencia detrás de las melodías y un activo doble ataque de guitarras bien al frente.


La audiencia respondió favorablemente, más aun cuando interpretaron “Hell Patrol” de Judas Priest y “Last Before the Storm” de Gamma Ray. Merecidos aplausos para Hyedrah. El yunque estaba por caer sobre nosotros.



Alrededor de las 20:30 hs., el telón volvió a correrse y los tres músicos de Anvil aparecieron sobre las tablas, haciendo lo que mejor saben hacer: tocar y pasarla bien tocando. Abrieron con el instrumental “March of the Crabs” y en ese momento pudimos apreciar que el cantante/guitarrista Steve “Lips” Kudlow estaba prendido fuego, con la sonrisa de oreja a oreja, corriendo de un lado a otro y tocando con el entusiasmo de un adolescente. Enseguida arremetieron con “666”, dándonos la pauta de que el show estaría sostenido por varias piezas de “Metal on Metal” (1982), su disco más exitoso y material de escucha imprescindible para todo metalero que se precie de tal.


Mientras Anvil se divertía en el escenario, en el campo, si bien la mayoría había ido a ver a Primal Fear, un grupo de entusiastas headbangers nos agolpábamos adelante, cerca de la valla, contagiados por el entusiasmo y la adrenalina que la banda transmitía.

Lips y su eterna sonrisa (foto por Fernando Serani para Metal Eye Witness y Requiem)

Desde que sonó el primer acorde de “School Love” el viaje en el tiempo fue instantáneo. No podíamos quedarnos quietos, no podíamos dejar de saltar, 1981 nos absorbía como un agujero negro y nosotros nos sumergíamos en él, adentrándonos en un túnel de electricidad cargado de magia y poder. Pero ojo que esto no es nostalgia, lo que propone Anvil bien puede ser considerado atemporal. Más si uno se deja llevar por la intensidad que los músicos derrochan. “Winged Assassins” fue otro clásico muy festejado, mientras que “This is Thirteen”, con su comienzo lento y su marcha a medio tiempo, nos introducía en el sonido actual de Anvil, que conserva intacta la esencia del grupo. Mientras el hiperactivo Lips no paraba y Glenn “Five” Gyorffy demostraba su destreza con el bajo, Robb “Robbo” Reiner acaparaba muchas miradas, por su manera precisa y contundente de tocar la batería, luciéndose luego con su solo llamado “White Rhino”.


El momento cumbre de la actuación de Anvil sin duda llegó cuando Lips peló un consolador y lo utilizó como slide para tocar su guitarra, reeditando un acto histórico que ya es marca registrada. Lo hizo mientras ejecutaban “Mothra”, una muestra del más primigenio speed metal ochentero.

Robb Reiner (foto por Fernando Serani para Metal Eye Witness y Requiem)

El show, que duró una hora aproximadamente, prosiguió con canciones como “Thumb Hang” (curiosamente el primer tema compuesto por Anvil, pero que recién fue grabado en 2009) y “Forged in Fire”. Cerca del final, llegó lo que todos los fanáticos esperábamos: “Metal on Metal”, probablemente el tema más emblemático de Anvil, aquel que da título a su segunda placa. Euforia total al escuchar este himno metalero de todos los tiempos. La banda se mostraba a pleno, sonaba contundente y los canadienses estaban enloquecidos por estar tocando por primera vez en Sudamérica. Lips era quien más lo demostraba, un auténtico personaje que se hace querer y que se ganó a toda la audiencia.


Los tres músicos se retiraron por un par de minutos y enseguida volvieron para realizar un único bis: “Jackhammer”. Merecidos aplausos y ovación para Anvil. La cara de Lips lo decía todo, la pasaron bárbaro igual que nosotros. La sonrisa de este muchacho hace ver a Kai Hansen como un tipo serio y parco. Anvil ya había pasado por la Argentina e inscribía su nombre junto al de muchas leyendas que tocaron en nuestro país. El yunque de acero aplastó Buenos Aires.

Anvil Setlist El Teatro De Flores, Buenos Aires, Argentina 2011



Minutos antes de que Primal Fear saliera a escena, ya había mucha gente en el lugar esperando para verlos, con El Teatro lleno aproximadamente en un 70% de su capacidad. Los alemanes ya han venido varias veces a nuestro país y han cosechado una leal legión de seguidores con el correr de los años. En mi caso opté por comprarme una cerveza y comentar con los chicos de Dark Warrior lo copado que estuvo el show de Anvil, ya más alejados del escenario. Las luces se apagaron, el telón se abrió nuevamente y los fans rugieron eufóricos. Los músicos tomaron posición y cuando el enorme Ralf Scheepers efectuó el primer alarido, el águila levantó vuelo con “Sign of Fear”, seguida de “Chainbreaker”.


El sonido era bueno, nítido; Primal Fear se encontraba a pleno, descargando su poderoso heavy/power, cuyas raíces hay que buscarlas a través de referentes ochenteros como Judas Priest, Helloween y Accept, seguramente las principales influencias de estos teutones. En cuanto a lo visual, era emocionante verlos tocar en tándem, agrupados en el centro del escenario funcionando como una perfecta maquinaria de metal, postura que patentara Accept en la década de 1980.

Magnus Karlsson (foto: Cynthia Zelarayan para Latin Metal)

Luego de un arranque potente, bajaron el ritmo con “Seven Seals”, una semi-balada de tintes góticos que en su momento dividió aguas entre los seguidores del grupo. Por suerte enseguida repuntarían con el himno “Nuclear Fire”, coreado y pogueado por gran parte de la muchedumbre.


En cuanto al desempeño de los músicos, el mismo puede calificarse como impecable. Ralf Scheepers (ex Gamma Ray y Tyran’ Pace), es un gran cantante y cuando se propone arrasar con sus alaridos más filosos y metálicos, hace temblar a cualquiera. Mat Sinner (Sinner, Goddess Shiva, Voodoo Circle, ex Beast of Prey), el otro miembro fundador de Primal Fear, además de cumplir sin inconvenientes con su labor en el bajo, aporta carisma y actitud y se encarga de hacer coros. Alex Beyrodt (Silent Force, Missa Mercuria, Wild Axes, Voodoo Circle, Sinner) es un guitarrista espectacular, heredero de la energía, el talento y el carisma típicos de los legendarios violeros alemanes del género. Por otro lado, el sueco Magnus Karlsson (Allen / Lande, Last Tribe, Midnight Sun, Planet Alliance y The Codex) se complementa a la perfección con Beyrodt y en la noche de Flores demostró por qué es considerado actualmente uno de los mejores guitarristas de Europa. El otro miembro no germano de Primal Fear es el baterista canadiense Randy Black (Duskmachine, ex Annihilator, ex Rebellion), un fenómeno en lo suyo, quien también demostró su talento y habilidad con un solo promediando el show.

Alex Beyrodt (foto: Cynthia Zelarayan para Latin Metal)

Tras el solo de batería de Black descargaron “Blood on Your Hands”, seguida por la extensa y tranquila “Fighting the Darkness”. Luego, la seguidilla letal conformada por “Riding the Eagle”, “Final Embrace” y “Metal is Forever”, esta última todo un himno del metal más contemporáneo.


Al momento de los bises, primero subirían los dos guitarristas para protagonizar un duelo muy divertido. Después, el cierre definitivo llegaría con “Angel in Black” y “Running in the Dust”. Ovación merecida para Primal Fear, que dejó a sus fans completamente satisfechos. Algunos incluso señalaban que este fue el mejor concierto que Primal Fear brindó en Argentina.

Primal Fear Setlist El Teatro De Flores, Buenos Aires, Argentina 2011

En conclusión, fue una noche para el recuerdo por diversos factores. Por un lado, la confirmación del gran momento musical y del status de “banda grande” conseguido por Primal Fear en nuestro país. No venían a presentar ningún disco y aun así la gente acudió en gran número para verlos en acción. Por otro lado, la oportunidad de ver por primera vez a Anvil en Argentina (quizá por única vez). Más de 30 años peleándola, a veces en la cresta de la ola, muchas más veces en el olvido, disfrutando al máximo cada segundo sobre el escenario, dando todo y siendo amables con sus fans; incluso conservan actitudes propias del underground como la de dejar para vender en el stand sus remeras y sus CDs editados de forma independiente, traídos por ellos desde Canadá. No hace falta tocar en grandes estadios para ser considerado una gran leyenda. Anvil lo demuestra forjando en acero día a día su increíble historia, inspiración para muchos de los metaleros que aun hoy vibramos con su música.


*Todas las imágenes que ilustran esta nota fueron tomadas de sitios oficiales de las bandas y de los músicos, salvo en los casos en que se especifica lo contrario.

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